lunes, 2 de junio de 2008

La película del mes: "Senderos de Gloria", de Stanley Kubrick, 1957

Extraordinario film anti belicista de Stanley Kubrick que nos muestra con toda su crudeza los horrores de la guerra y la ceguera del aparato militar

Como la mayor parte de los amantes y espectadores del cine en general saben y reconocen, el cine bélico se ha convertido con el paso del tiempo en uno de los géneros cinematográficos más celebrados y con mayor éxito de la historia del celuloide, habiéndonos aportado algunas de las mejores y más impactantes cintas jamás proyectadas en una sala de cine y creando verdaderas legiones de incondicionales fans y admiradores de este género a lo largo y ancho del mundo.

Elementos como el heroísmo, el patriotismo, la capacidad de sufrimiento de los soldados y combatientes, así como el propio interés que los conflictos bélicos suelen despertar entre el público en general, son tópicos que desde los mismos comienzos de la industria cinematográfica han alimentado tanto a las mentes de los realizadores como de los espectadores a la hora de realizar y de visionar películas que intenten recoger los elementos que han caracterizado el devenir de la historia de la humanidad desde sus mismos orígenes, siendo por desgracia la guerra uno de los factores más importantes y tristemente frecuentes de nuestra evolución.

A pesar de que por desgracia el ámbito de la guerra y de los conflictos humanos a dejado una huella imborrable a lo largo de nuestra historia (tanto pasada como presente), causando millones de muertos, destrozando la vida y las esperanzas de generaciones enteras y dividiendo a cientos de pueblos desde prácticamente el inicio de los tiempos, el cine bélico (salvo contadas excepciones), se ha centrado especialmente en recoger todas aquellas historias, relatos, operaciones y acontecimientos militares variados pertenecientes a los conflictos bélicos que se produjeron durante el siglo XX, lo cual no es de extrañar teniendo en cuenta la enorme magnitud de las dos guerras mundiales que asolaron la faz del planeta entre 1914 y 1945, con un espacio de apenas veinte años que separó a ambas guerras y en el que tampoco faltaron conflictos militares de algún tipo en determinadas regiones del mundo. Por desgracia, el siglo XX no solo estuvo marcado por estos dos acontecimientos históricos que tanta importancia tuvieron para la caracterización y el desarrollo del mundo en el que vivimos, sino que también se produjeron otra serie importante de conflictos militares ajenos a las fronteras de Occidente que crearon un infierno sobre la tierra en muy diversos países y regiones del extremo y el medio oriente, como la Guerra de Vietnam, la Guerra de Corea o las dos Guerras del Golfo, por no hablar de las innumerables y brutales guerras civiles que asolaron a la mayor parte del continente africano en los años que siguieron a la descolonización europea durante los años 60 y 70.

Todos estos conflictos militares sirvieron, tanto a la industria hollywoodiense como al cine europeo, como fuente de inspiración para realizar una lista prácticamente interminable de películas acerca de dichos conflictos, dando origen a diferentes puntos de vista desde los que poder enfocar la naturaleza de estos acontecimientos militares que enfrentaron a la humanidad durante el pasado siglo. Algunos de estos puntos de vista se centraron en ofrecer visiones grandilocuentes y optimistas de la guerra, dando origen a una serie de películas propagandísticas que trataban de resaltar los valores que supuestamente hacían de la guerra algo digno y honorable, desembocando en cintas bastantes penosas tanto en su contenido como en el absurdo mensaje que intentaban transmitir, como es el caso de “Boinas de Verdes” de John Wayne. Por otro lado, una buena parte del cine bélico que se desarrolló a partir de la década de los sesenta, y muy especialmente durante los años setenta y ochenta, dirigieron sus miradas a transmitir una visión dura, pesimista y muy realista de la naturaleza brutal y sin sentido que caracteriza a la guerra, viéndose motivadas, entre otras cosas, por la reciente derrota y retirada que los Estados Unidos sufrieron durante la Guerra de Vietnam, acontecimiento que dejó y dejará al país marcado para siempre. En este sentido, la industria del cine nos ofreció una serie de magníficas películas de corte anti bélico que nos advertían de las terribles consecuencias que caracterizaban a los conflictos militares, como es el caso de “El Cazador”, “Apocalypse Now”, “Platoon”, “Nacido el 4 de Julio”, “La lista de Schindler” y otras tantas cintas realmente excelentes que nos mostraban el horror de la guerra con toda su crudeza.

La película que he elegido para este comentario se trata de uno de los mejores ejemplos de este último tipo de cine, una película que se centra en advertirnos, no solo de la propia naturaleza autodestructiva y voraz de la guerra, sino también de la ceguera y de la obstinación que suele caracterizar al militarismo en tiempo de conflictos. La cinta a la que me refiero se trata de “Senderos de Gloria”, una de las mejores y más conseguidas películas de ese gran realizador contemporáneo llamado Stanley Kubrick, uno de los mayores genios del Séptimo Arte cuya filmografía ya ocupa un puesto de honor entre las videotecas de todo el mundo, y que curiosamente volvería a reincidir en el cine bélico con la excelente película “La chaqueta metálica”, estrenada en 1987.

“Senderos de Gloria” se trata de una de las cintas más recordadas y analizadas de toda la filmografía de este gran director, no solo por el claro contraste de la cinta en comparación con el resto de las películas de Kubrick (aunque realmente todas tienen algo diferente y realmente especial), sino también por la crudeza y el realismo con el que nos expone los hechos narrados en la cinta, los cuales transcurren antes, durante y después de una pequeña escaramuza militar sin importancia en la Primera Guerra Mundial.

1916. Ya son casi tres largos años los que han pasado desde que el Imperio Alemán del Kaiser Guillermo II invadiese el norte de Francia en 1914, siendo su ejército efectivamente detenido por las fuerzas aliadas durante la Primera Batalla del Marne, acontecimiento que supuso el fin de la guerra de movimientos y la instauración definitiva de la guerra de trincheras en el Frente Occidental, la cual sumió tanto a los alemanes como a los aliados británicos y franceses en una sangrienta guerra de desgaste en la que ambos bandos perdieron cientos de miles de soldados sin realizar apenas avances significativos en dicho frente. Es precisamente en este contexto en el que dos importantes militares franceses, el general Broulard (Adolphe Menjou), y el general Mireau (George Macready), decidirán mandar a un batallón de soldados a tomar una importante y fuertemente defendida posición alemana detrás de sus líneas, la llamada “Colina de las Hormigas”, en lo que ambos oficiales saben que será una misión suicida, ya que los franceses no tienen ni la más mínima posibilidad de ganar terreno. El oficial que se encontrará al mando de dicho batallón será el coronel Dax (Kirk Douglas), un experimentado militar que sabe tan bien como sus superiores que el ataque a la posición alemana resultará en una acción imposible y terriblemente frustrada, tal y como ocurrirá realmente: ninguno de los soldados franceses logrará cumplir sus objetivos, y muchos de ellos ni siquiera tendrán la oportunidad de salir de sus trincheras debido al intenso fuego alemán, razón por la que el general Mireau llegará a mandar a su artillería que abra fuego sobre sus posiciones para obligar a los soldados a avanzar.

Después de tan nefasta acción militar, y con el peligro de ver manchado su honor, los militares franceses convocarán un consejo militar en el que serán juzgados tres hombres elegidos entre los soldados del batallón por supuesta cobardía durante el ataque a la Colina de las Hormigas, por lo que el Coronel Dax decidirá ser el abogado defensor de los tres hombres injustamente acusados.


“Senderos de Gloria” es, sencillamente, una película maravillosa, concebida en una línea similar a la de otras grandes películas anti bélicas de periodos anteriores como la genial “Sin novedad en el frente”. Durante la cinta, Stanley Kubrick sabe transmitirnos con toda la sinceridad y la frialdad los horrores característicos de la guerra, y más exactamente de la guerra de trincheras, un tipo muy concreto de combate que supuso la muerte de millones de soldados en el Frente Occidental durante la Primera Guerra Mundial y cuyos efectos pueden ser perfectamente observados a lo largo de la película. Factores como el miedo, los continuos bombardeos de la artillería, el barro, los cadáveres o las insalubres condiciones de vida típicas de la vida en las trincheras nos son plasmados en este film con todo su realismo, sin apenas cortarse a la hora de representárnoslos. Por otro lado, elementos como el cinismo o las absurdas cuestiones de honor en tiempos de guerra llegan a calar muy profundamente en la mente del espectador una vez vista la película, la cual contiene escenas y secuencias realmente impactantes y muy, muy crudas.

La caracterización que se nos hace de los personajes nos hace ver también muy bien la jerarquía de poder que existe en el ejército, presentándonos a los altos mandos militares como figuras casi todo poderosas y muy autoritarias que se creen poseedores de la potestad de hacer todo lo que quieran con sus soldados, sin importarles lo más mínimo la suerte o el destino de todos ellos, los cuales son representados, a su vez, como seres débiles y temerarios que día tras otro se aferran a su vida como si esa jornada fuese a ser la última de su existencia, no pudiendo evitar llorar y gritar de pánico, miedo y angustia (como se nos muestra en algunas secciones de la película).

Por su lado, en lo que se refiere a las interpretaciones, estas llegan a ser realmente magníficas, especialmente las de Kirk Douglas (Coronel Dax), George Macready (General Mireau), y las de los tres soldados que son juzgados y finalmente condenados en el consejo militar (interpretados por Joe Turkel, Kem Dibbs y Timothy Carey), los cuales se encuentran perfectos en sus respectivos papeles transmitiendo al espectador las diferentes sensaciones e impresiones que van viviendo a medida que transcurren los acontecimientos.

A continuación os dejo con un pequeño video que recoge las últimas escenas de la película, aquellas en las que el Coronel Dax, poco después de entablar una acalorada discusión con los generales Mireau y Broulard, se acerca hasta una taberna en la que una mujer de origen alemán comienza a cantar una canción a los soldados franceses allí estacionados, los cuales, después de expulsar una cuantas risotadas, se quedan prendados de la belleza de la canción que emana de la joven cantante, ya que a pesar de ser alemana, se dan cuenta de que es tan humana y siente y padece tanto como ellos. Realmente increíble.


2 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Siempre admiré este film de kubrick y me gustó lo que escribes del mismo. El final es muy arriesgado para la época. Saludos!

Pepe del Montgó dijo...

Ua magnífica película antibilicista y buena prueba de ello es que no se estrenara en muchos paises como en Francia hasta 1975. Y en los que se estrnó daba lugar a manifestaciones delante de los cines. "Al que le pica ajos come" y pe parece que aquí le pica a todas esas instituciones que de una forma u otra han defendido la guerra.