miércoles, 23 de julio de 2008

Crítica de "Entre Copas", de Alexander Payne (2004)

Una de las mejores y más originales películas de los últimos años, la cual se centra en tratar con suma delicadeza temas tan cotidianos como las viejas amistades, el amor o la soledad

Como ya algunos de vosotros habréis podido comprobar en anteriores entradas publicadas en este blog, uno de los principales problemas a los que la industria del cine y del entretenimiento tiene que enfrentarse hoy en día es, por desgracia, a la terrible ausencia de ideas originales por parte de los realizadores que no hace otra cosa que poner cada vez más trabas y obstáculos a la evolución actual del mundo del celuloide, el cual parece estar atravesando una de las peores y más oscuras etapas de creatividad de toda su historia.

Cada vez que leo la sección de horarios en el periódico, o cuando me acerco hasta las carteleras de cualquiera de los cines locales, no logro salir de mi asombro cuando compruebo que casi ninguna de las películas que actualmente se exhiben en nuestras salas de cine merece realmente la pena ser visionada, por no hablar, claro está, del precio cada vez más desorbitado que obliga al espectador de casi cualquier edad a pensárselo dos veces antes de pasarse por delante de una pantalla de cine a observar las películas actualmente realizadas, hábito que ha ido sustituyéndose progresivamente por las descargas piratas a través de la red entre una buena parte del público cinematográfico.

Y es especialmente en las fechas en las que nos encontramos actualmente, inmersos en pleno verano, cuando la industria del cine norteamericano inunda nuestras pantallas de cine con una cantidad ingente de películas filmadas en clave de comedia adolescente que en la mayoría de los casos no van más allá de un simple ejercicio de carácter lucrativo destinado a acaparar la atención del público juvenil. Escenas playeras, bañadores y bikinis, alcohol y un poco de sexo adolescente suelen ser algunos de los tópicos más habituales de este tipo de cine, el cual tampoco se esfuerza demasiado en tratar de ir un poco más allá para intentar ofrecer una visión más realista a la vez que crítica de la juventud actual. Y por si esto no fuera poco, una buena parte del resto del año sigue plagada de pequeñas películas que, a pesar de tener una temática diferente en la mayoría de los casos, no consiguen tampoco superar el nivel medio de calidad de todas estas cintas, destinadas única y exclusivamente a recaudar una importante cantidad de dinero de la mejor forma posible.

Aún así, debemos tener también muy presente el hecho de que el cine constituye en su base un medio de entretenimiento, destinado también a la realización de películas que puedan ser disfrutadas por todos los públicos, independientemente de cual sea nuestro criterio o nuestras preferencias personales, por lo que la objetividad a la hora de realizar una critica de este tipo constituye un factor primordial. A pesar de esto, la industria cinematográfica actual debería plantearse muy seriamente su situación y echar una pequeña mirada al pasado, pero no a un pasado muy lejano, si no a un pasado reciente, un pasado situado hace a penas unos pocos años en los que Hollywood era capaz de producir películas realmente entretenidas y muy a menas, al mismo tiempo que las dotaba de unas características únicas que hacían de ellas unas cintas realmente especiales, como es el caso de “Entre Copas”, uno de los mejores y desgraciadamente últimos ejemplos de este tipo de cine, sencillo, directo, y de una calidad abismal.

“Entre Copas” se trata posiblemente de uno de los últimos títulos de los que realmente pienso que si mereció la pena pagar la entrada de cine necesaria para poder disfrutarla en una pantalla grande. Ojalá volviese a tener la oportunidad de repetir esta última frase más a menudo con películas de la talla de “Entre Copas”, y es que realmente es muy difícil poder disfrutar del estreno de una película de estas características hoy en día.

Miles Raymond (Paul Giamatti), es un sencillo profesor de universidad asentado en la ciudad californiana de San Diego, el cual lleva tiempo preparando un viaje muy especial con su mejor amigo, Jack Lopate (Thomas Haden Church), el cual se enfrentará al reto de contraer matrimonio con su futura esposa en tan solo una semana, un enlace matrimonial del que el no se siente nada seguro.

Desde un primer momento, podemos observar claramente como las personalidades de nuestros dos protagonistas difieren notablemente en más de un sentido: en primer lugar, Miles se muestra como una persona frustrada y amargada, cuya vida parece discurrir en la monotonía y sin ningún tipo de rumbo desde que se divorció de su esposa años atrás, por lo que su pasión por la vitivinicultura y por el golf parecen configurarse como los únicos elementos capaces de mantener a flote su estado emocional. Por otro lado, Jack se comporta de una forma completamente opuesta a la de Miles, manifestando además una forma distinta de ver la vida, ya que a el nada parece importarle (ni siquiera su futuro matrimonio), lo cual generará un gran choque de personalidades durante el viaje.

La pequeña aventura diseñada por Miles para divertir a su compañero durante la semana que durará el viaje, consiste en una visita exhaustiva al Valle de Santa Inés, situado al norte de la ciudad de Los Ángeles, una de las principales zonas vinícolas del estado de California, donde nuestros dos protagonistas desarrollarán formas distintas de enfocar el viaje. Nada más llegar allí, Jack deja a Miles más que claro cuales son sus verdaderas intenciones: pasárselo en grande, desfasar, y tal como el dice, “voy a comerme una rosca en este viaje Miles, y tu no vas a jodérmelo”. Miles no aprobará la actitud de su compañero en ningún momento, y por si esto fuese poco, todo acabará por complicarse con la aparición de dos mujeres, Maya (Virginia Madsen) y Stephanie (Sandra Oh), las cuales trabajan y residen en el valle de Santa Inés y que acabarán desarrollando un papel decisivo en las vidas de Jack y Miles.

Dirigida por Alexander Payne y co-escrita por Jim Taylor junto al propio director, “Entre Copas”, basada en la novela homónima de Rex Pickett, se presenta como una cinta extremadamente sencilla que precisamente sorprende al público que la visiona por su humildad, al mismo tiempo que se vale de la historia del viaje de dos viejos amigos como vehículo para poder incidir y analizar a fondo la complejidad del ser humano y de sus relaciones personales, tocando delicadamente muchas fibras sensibles como la soledad, la frustración matrimonial o la diversas formas que cada uno de nosotros tenemos de enfocar la vida y de enfrentarnos a los diferentes problemas que se nos presentan. Paul Giamatti y Thomas Haden Church interpretan a las perfección a la pareja protagonista, dotando a sus respectivos personajes de una inteligente mezcla de humor y drama que consigue sacar a la luz lo mejor y lo peor de cada uno de ellos, demostrando hasta que punto un amigo puede llegar a sacrificarse por el otro. Al mismo tiempo, las interpretaciones de Virginia Madsen y de Sandra Oh (curiosamente la esposa del director durante el rodaje de la película) llegan a resultar más que convincentes, mostrándose como dos seres humanos más del montón que en realidad guardan muchos paralelismos con la vida de nuestros dos protagonistas masculinos, algo que se hace más claro a los ojos del espectador a medida que va avanzando la película.

En lo que se refiere al equipo técnico, la brillante adaptación que Alexander Payne y Jim Taylor hacen de la novela de Rex Pickett para la gran pantalla sobresale por encima de todos los demás elementos puramente estéticos de la cinta, configurando una historia cuya representación no excede las dos horas de duración, extensión más que suficiente para poder narrar todos los hechos expuestos en el guión, el cual otorgó a sus hacedores un merecidísimo premio Oscar de la Academia al Mejor guión adaptado en el año 2004.

Otro elemento destacable de la película es la fotografía, la cual, sin ser para nada espectacular, sabe captar perfectamente la esencia del hermoso Valle de Santa Inés y emplearlo como telón de fondo para la narración de la historia.

En definitiva, “Entre Copas” es, para mi juicio, una de las mejores películas de los últimos años, cuyo visionado aconsejo a cualquier persona que sienta inquietudes respecto a los diversos temas que en ella se barajan, y como no, a todos aquellos que simplemente les guste disfrutar del buen cine. A continuación os dejo con el trailer de la película, el cual puede servir a todos aquellos que aún no la hayan visto para poder hacerse una idea de la temática de la película y de las magníficas interpretaciones de sus protagonistas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buenas y feliz verano. Después de estar un poco desconectado de los blogs (es lo que tienen estas fechas), veo que has escogido un película genial, centrada en las pequeñas historias, no en grandes hechos, de esas que me gustan porque me encojen el corazón, a parte de que sea un aprendiz de saboreador de caldos.
Totalmente de acuerdo con lo que dices de la industria cinematográfica, cualquier persona con amor a este arte lo compartirá. Entre lo bueno que se ha hecho estos últimos años, destacaría también la increíble comedia "Little miss Sunshine", un ejercicio de saber hacer con pequeñas cosas.
Nos vemos en septiembre, que seguro que coincidimos en algún macabro examen de esas fechas.

dvd dijo...

Bonito. Pensaba escribir en breve sobre ella en El Indéfilo, pero no tan detalladamente, cositas sobre Payne y lo que le queda por tragar.
Un saludo.

BUDOKAN dijo...

Hola, me encanta esta película porque utiliza el viaje comom curación del personaje en relación a su problema amoroso. Saludos!

Unknown dijo...

Que grande es esta película. Que bien nos lo pasamos aquel día en el cine, ¿recuerdas? Por cierto, acabo de ver "El caballero oscuro". Te la recomiendo, nada desdeñable. No tan buena como dicen algunos pero tampoco tan mala como cabría esperar, alguna escena memorable a cargo del ya difunto Heath Ledger. Un saludo!!