El director que revivió a los muertos y les hizo atacar los valores de la America anglosajona
Hace ahora más o menos seis años que este vuestro anfitrión dedicaba una buena parte de su tiempo libre a ver la televisión (como otros tantos chavales de mi edad por aquel entonces), un hábito que, en función de la madurez y de la adquisición de nuevas responsabilidades, ha visto reducida su atención de forma progresiva en los últimos años, dedicando ahora las escasísimas y preciadas horas de mi tiempo a libre a realizar actividades más instructivas y, por decirlo de alguna manera, más provechosas.
En este sentido, me resulta prácticamente imposible de recordar todas las tardes que pude pasarme sentando y/o tumbado en el salón de mí casa delante de la bien llamada “caja tonta”, transcurriendo las horas muertas mientras visionaba las innumerables películas que, la por aquel entonces novedosa televisión por cable ofrecía.
Pero de entre todos los canales que la programación incluía en esa época (a decir verdad, bastante mejores que los de ahora), hubo uno que llamó seriamente mi atención, un canal sin demasiada audiencia en el que proyectaban películas que, según rezaba la guía de la televisión, contenían “escenas desagradables y no recomendadas a menores de 18 años”. Tan pronto como visioné algunas de las cintas que aquel canal ofrecía, me di rápidamente cuenta de que aquel famoso dicho que decía “todo lo prohibido atrae”, era completamente cierto, claro está, en el sentido de que para un adolescente de apenas 15 años, el visionado de una película no recomendada para gente de su edad resultaba una experiencia tentadora.
La verdad es que ahora no sería capaz de explicar las causas que me indujeron a ver aquel supuestamente “grotesco” canal de televisión, en el cual (como podréis imaginar), no echaban películas precisamente destacables por su argumento, interpretaciones, dirección o aspectos técnicos variados, tratándose en su mayoría de películas baratas de serie B cuyo principal atractivo consistía en un despliegue incesante de sangre, vísceras humanas, muertos vivientes comedores de carne y demás tópicos característicos de este tipo de cine.
Quizá, de entre los cientos de argumentos que estas películas barajaban para poder realizar el despliegue de medios que os acabo de comentar, el cine de “zombies” (o también llamados “muertos vivientes”), era el más común de todos ellos, mostrando a enormes ejércitos de seres humanos que, tras haber vuelto a la vida por causas generalmente desconocidas, se dedicaban a vagar por la tierra en busca de otros seres humanos vivos a los que poder devorar.
Muchos eran los directores que dirigían toda esta legión de cintas acerca del regreso a la vida de los muertos, entre los cuales podemos destacar algunos que seguro, sonarán a todos aquellos que sean aficionados al género, como Darío Argento, Lucio Fulci, Sam Raimi, y por supuesto, George A. Romero.
George A. Romero constituye una auténtica excepción en todo lo relacionado con el cine de Zombies, gore o como queramos llamarlo, ya que a pesar de haber sido el principal realizador de una serie de películas caracterizadas principalmente por los tópicos habituales del género (muertos vivientes, sangre etc…), lo que es innegable es el hecho de que detrás de toda esta parafernalia se esconde el verdadero sentido del cine de Romero: una dura, durísima crítica contra la sociedad de consumo.
La primera película dirigida por este curiosísimo director fue titulada “La noche de los muertos vivientes”, estrenada en 1968 y de la cual se cumple el 40 aniversario de su estreno este mismo año. En ella, un pequeño grupo de personas (compuesto por cuatro mujeres y tres hombres) trataba desesperadamente de sobrevivir al asedio comenzado por una gran multitud de muertos vivientes en una pequeña granja rural de Pennsylvania. Finalmente, una única persona sobrevive a la noche de pesadilla, un hombre de raza negra llamado Ben (Duane Jones), el cual es finalmente asesinado por la policía creyendo que también se ha convertido en un muerto viviente. Estrenada en una época en la que la intervención de los EEUU en la Guerra de Vietnam era ya total, y apenas cuatro años después de la declaración de los Derechos Civiles de 1964 (la cual, entre otras cosas, trató de eliminar la segregación racial que existía en los colegios y lugares públicos de todo el país), resulta innegable la relación que George Romero establece entre estos acontecimientos históricos y el propio argumento de la película, donde una América supuestamente segura y todopoderosa se ve atacada de repente por unos seres desconocidos que rápidamente extienden el terror entre la población, terror que puede ser perfectamente identificado con el miedo que aún en esa época existía en los Estados Unidos ante la amenaza del comunismo.
Otra de las películas dirigidas por Romero dentro de su conocida colección de cine-zombie es “El amanecer de los muertos”, estrenada en 1978 y de la que recientemente se hizo un remake bastante inferior a la original. En esta ocasión, el director nos ofrece una oscura visión acerca de los acontecimientos que siguieron a lo ocurrido en la anterior entrega, presentándonos una Norteamérica devastada por el imparable avance de los muertos vivientes, teniendo como protagonistas a un pequeño grupo de supervivientes que tratan de refugiarse en un enorme supermercado, donde los zombies aún deambulan por el interior. Aquí, Gorge A. Romero realiza una crítica contra la sociedad de consumo aún más dura que en la anterior entrega, presentando a los muertos vivientes como auténticas víctimas de ese tipo de sociedad, deambulando aún por los pasillos del centro comercial e intentando hacer la misma rutina que llevaban cuando estaban vivos, ya que tal y como se dice en la película, el centro comercial jugaba un papel importante en sus vidas.
A pesar de que el resto de la filmografía de Romero no es tan destacable como las dos cintas que acabamos de comentar, lo que es irreprochable es que su cine trata de ir más allá, ofreciendo una oscura y sombría visión del mundo en el que vivimos, especialmente de la sociedad occidental, injusta y decadente, donde nuestra obsesión por el consumismo parece a veces convertirnos en verdaderos “muertos vivientes”.
1 comentario:
La verdad que yo no soy muy seguidor del cine de zombies, pero este señor ha hecho auténticos clásicos. Las dos pelis que comentas son geniales, se demuestra que no es necesario miles de millones para hacer buenos films, sino tener buenas ideas y saber hacer. Yo añadiría Creepshow, no es del nivel que las otras, pero se mantienes, además de ser un homenaje al mundo del cómic con ucho franqueza.
A ver si me animo yo en un rato que tenga a comentar la trilogía de Evil Dead de Sam Raimi, que se salen por tos los laos, jeje.
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